CAPÍTULO 52

No ha sido nada fácil considerarle detenido. Se veía ojeroso y por mucho que ha intentado fingir, le he encontrado fatal. Menos mal que se ha animado cuando le he contado lo del vídeo. Tengo que averiguar la manera de demostrar su inocencia. Es que estoy tan segura…, es como cuando te plantean un juego de lógica y das con la solución, pero no la puedes explicar correctamente. Aunque ahora, con la ayuda de Rubén, sé que lo voy a lograr.

Me he venido a mi casa. Ya estaba bien de mimos. De verdad que me alegro por mi hermana e Iván y por mi padre y Karina, pero tanto arrumaco y carantoñas a mi alrededor, me estomagan.

Un servicio de limpieza ya ha adecentado mi hogar y reluce como si no hubiera sucedido nada. La que está diferente es Queca. Nada más entrar ha venido a por mí y no se me ha despegado en toda la tarde noche. Ahora estamos las dos estudiando en el portátil.

Derrumbo mi agotada espalda en el sillón y me dedico a acariciar a Queca.

—¿Qué hago, pequeña? Ya no sé por dónde tirar… —le pregunto a mi nueva amiga peluda.

Llevo más de tres horas estudiando fotos e informes y no descubro nada nuevo. Con sus patitas, Queca acaricia una de las fotos de Adrián. Me río por dentro ¿a que va a ser cierto que está enamorada de él?

—Yo también le echo de menos —afirmo—. ¿Quieres ver más fotos suyas? —Queca me mira con sus ojitos intrigantes.

Vuelvo a la barra de Google y hago la misma búsqueda de esta mañana. Voy vagando por sus fotos en la red. Instantáneamente Queca se sube a mis piernas para tener mejor perspectiva. Acepto que mi gata, si pudiera, me quitaría a Adrián, pero me alegra no ser la única que apuesta por su inocencia. Se me escurren algunas lágrimas. Últimamente me estoy haciendo una llorona, pero me duele tanto haberle dejado allí. Lloro de rabia y de miedo. Es cierto que en las cárceles hay inocentes, y Adrián podría ser el siguiente. Él tendría que estar ahora mismo conmigo a mi lado, acariciando a Queca, o al lado de Gabriela, o de cualquier otra; pero libre. Llego a las fotos de Enma. Era muy guapa. Realizo una búsqueda —me puede la curiosidad—, de ella. Lo que encuentro encaja en el perfil de persona que me contó aquel día soleado en el viñedo —hace nada, pero parece que han pasado meses—. Enma tiene un largo historial de entradas y salidas en centros de desintoxicación. Su carrera de actriz fracasó y ahora vive en Francia. Creen que lleva varios años limpia.

Regreso a las fotos de Adrián. ¡Madre mía! ¿Cómo pueden ser las revistas tan morbosas? Sale en su totalidad la pelea que él me relató y cómo ella caía al suelo. ¡Qué fuerte! El titular reza:

Adrián y Enma, nuestro Romeo y Julieta del verano la lían en un club. ¿Será esta su ruptura definitiva?

Echo un vistazo con detenimiento a la secuencia de fotos. Algo me resulta curioso, no es morbo, hay algo en las imágenes… Queca se lanza como una poseída hacia la pantalla

—¿Qué haces, Queca? ¡Me vas a romper el portátil! Anda, baja. —La deposito en el suelo. Me mira consternada. A veces parece que Queca es humana.

Vuelvo a prestar mi atención en el ordenador. La gata ha acercado el zoom de mi pantalla y me ha ofrecido un primer plano del otro chico, del tipo con el que Enma supuestamente estaba engañando a Adrián.

¡¡¡¡Qué!!!¡No puede ser! ¿Qué hace él ahí?