Y por último, como viene siendo costumbre, a ti, a Dimas, mi beso. Gracias por hacerme la vida más fácil, más divertida, más viajada, y más calórica —eso mis michelines te lo agradecen menos—. Siento que sin ti esto no estaría pasando, que me ayudas continuamente, y que me quieres tanto como yo a ti… Ya te lo canté ese día y no me equivoqué: voy a apostarlo todo por ti. Gracias.